El pasado sábado se celebró el día mundial contra el fracking. El fracking o fractura hidráulica consiste en inyectar a gran presión algún material en el terreno, generalmente agua con arena y productos químicos, para ampliar las fracturas existentes en el sustrato rocoso que encierran gas o petróleo. Esto hace que la roca se fracture, liberándose gas y ascendiendo a la superficie a través del pozo.
Grandes compañías multinacionales de hidrocarburos promueven esta destructiva y contaminante técnica de extracción del gas o petróleo, pero muy rentable para sus intereses económicos.
El peligro medioambiental es evidente. A la contaminación de acuíferos y aguas superficiales hay que sumar la contaminación del aire, la alteración del paisaje, la contaminación de los suelos al cerrar los pozos y el riesgo sísmico. Por ello cada vez más son más numerosos en nuestro país, los grupos de personas que se manifiestan en contra de este tipo de explotación del subsuelo.
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